Macri no les dió pelota

No les dieron pelota

por Ezequiel Fernandez Moores en El Día
“Hicieron campaña diciendo que el gobierno no debía intervenir en el fútbol y al final han intervenido más que el kirchnerismo”. Lo dijo el sábado Matías Lammens, presidente de San Lorenzo. Lo entrevistaban en el programa radial que lleva por nombre una palabra que ganó intensidad en estas últimas horas: “El Lobby”.
No tiene por qué sorprender que las partes presionen y usen inclusive métodos extorsivos en una negociación. “Que si no aceptás este dinero ahora, mañana no está”, dice una parte para apurar el arreglo. “Que si no pagan ahora paramos el fútbol por un mes”, replica la otra. Etc, etc. Forma parte de chicanas o no chicanas de una disputa. Es natural. 
Lo que sorprendió fue haber escuchado en estos días a tantos periodistas repitiendo esas frases, especialmente las del sector patronal, como si ellos fueran casi voceros o lobbystas de quienes las emitieron. Algunos acaso jamás pisaron una asamblea gremial en sus propios trabajos. Sin embargo, desde sus micrófonos se los escuchó en estas horas dictándole lecciones de gremialismo a Sergio Marchi, secretario general de Futbolistas Argentinos Agremiados.
¿No es demasiado ingenuo creer que Marchi, él solito, pueda llevar de las narices a cientos y cientos de jugadores a un paro? Sobreestiman el poder del representante gremial. Y subestiman a los futbolistas trabajadores. Desconocen toda lógica gremial. Si hasta se indignan que, por cuatro o cinco clubes atrasados, se haga un paro general. 
Ignoran, esos voceros con micrófono, que la solidaridad es una palabra clave en cualquier sindicato. Se suman a la moda de pegarle al gremialista. Al gremialista docente o al gremialista futbolista. Nos dicen que, si no es corrupto, hace el paro por “cuestiones políticas”. ¿Acaso los otros cientos que hacen huelga, especialmente aquellos jugadores que llevan cuatro meses sin cobrar, harán paro también ellos por “razones políticas”
Puede entenderse. Por un lado, como dijo Lammens, está el gobierno. Se pasó meses y meses anulando elecciones, llamando a la FIFA, a la Conmebol, negando y retrasando pagos acordados bajo contrato, denunciando falsas deudas impositivas y asfixiando a los clubes más débiles, para forzar su conversión en Sociedades Anónimas o, directamente, para hacerles dar cuenta que la nueva estructura más elitista del fútbol argentino ya no tiene lugar para ellos. 
El problema del gobierno fue que las últimas semanas agravaron el cuadro político. Que comenzó una semana difícil. Ayer comenzaron los docentes. Hoy se suma la CGT. El miércoles las mujeres. “Que vuelva el fútbol”, sugirió entonces alguien desde la Casa Rosada. Todo se quiso hacer a las apuradas.
Agremiados había sido claro. Una asamblea había decidido no jugar hasta que no apareciera el dinero. El viernes por la noche se juntaron lo que parecía ser el agua y el aceite. Javier Medín (Comisión Normalizadora) y Claudio “Chiqui” Tapia (candidato por ahora único a la presidencia de la AFA). Se juntaron para decirle a Agremiados que había que jugar. 
Qué paradójico: horas antes, los dirigentes habían evaluado cómo frenar un paro desde una sede gremial (Camioneros). Y Tapia, hombre del Ascenso, dejaba su discurso de representación de los más débiles. Actuaba con el traje puesto de futuro presidente de la AFA.
No hubo acuerdo porque, aunque algunos digan lo contrario, no estaba el dinero. Lo que había era una promesa de pago. Y los jugadores, con razón, estaban cansados de escuchar promesas. 
Así nos quedamos entonces sin fútbol de Primera. Y también sin fútbol de Ascenso. Fue todo tan ridículo que a algunos equipos les avisaron en su concentración cuando se aprestaban a ir a la cancha. 
Puede entenderse la furia desde algunos micrófonos. Sus cadenas han ofertado hasta 4.200 millones de pesos para quedarse con los derechos del campeonato. Quieren que el fútbol recomience cuanto antes para demostrar quién podrá trasmitirlo mejor. Fue tan intensa la lucha política primero y la comercial después que los dirigentes dejaron para último momento a los jugadores.
La huelga, es cierto, es inoportuna. El fútbol argentino busca recotizar su juguete. Presiona inclusive a las cadenas de TV a que mejoren sus ofertas. Lo está logrando. La aparición a último momento de la española Mediapro obligó a nuevos movimientos de la candidata Fox-Turner y de la competidora ESPN. Hasta se habla de alianzas para que ambos ofertantes puedan afrontar juntos los gastos. 
Agremiados, que acaso cometió errores, que debe responder cuestiones en sede judicial y afrontar elecciones a fin de año, venía avisando desde hacía meses atrás que había que solucionar el pago de los salarios adeudados. 
No les dieron pelota, valga la expresión, si de fútbol se trata. 
Algo parecido habían pedido los docentes. Que no se esperara hasta último momento para negociar su paritaria. Tampoco a ellos les dieron pelota. Y así estamos hoy. Sin fútbol y sin clases. Confundiendo inclusive la educación con el entretenimiento popular. Y echándole la culpa a los sindicatos.

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