El arco "más grande del mundo"

Batalla y el arco "más grande del mundo"

El desafío de sobrevivir al arco que no pudieron cubrir otros jóvenes del club
por Andrés Vázquez para La Nación

El joven arquero tiene la misión de afirmarse en un puesto que no sabe de errores; un desfile de nombres que frenó Barovero
  
Con su estampa eternizada en la memoria del fútbol argentino, el gran Amadeo Carrizo alguna vez expresó que el arco de River es "el más grande del mundo". La metáfora remite -pura y exclusivamente- a lo difícil que es consolidarse como arquero en el club de Núñez. Su trascendencia histórica no admite errores. Solo unos pocos, como Carrizo, Fillol, Pumpido y Barovero, lograron convertirse en verdaderos ídolos; y otros, como Comizzo, Bonano y Burgos, mostraron condiciones y fueron reconocidos por los exigentes hinchas.

Ahora, después de cuatro años en los que Barovero fue amo y señor, Augusto Batalla comenzó el derrotero de sobrellevar la pesada herencia y seducir a un público difícil de conquistar. Con 20 años y apenas 11 partidos oficiales, el juvenil tiene el arduo desafío de consolidarse en un puesto donde las oportunidades no abundan.

 "Reemplazar a Barovero no va a ser fácil, pero el arquero que va a ocupar su lugar será Batalla. Le voy a dar la confianza, porque tiene personalidad y condiciones para hacerlo", dijo Gallardo, apenas Trapito se despidió. Aquella confirmación fue consecuente con la idea que siempre predicó el técnico desde que llegó al club: darle oportunidad a los juveniles y bancarlos más allá de las circunstancias. Ya pasaron 129 días y la apuesta marcha en pleno proceso de ajustes.

Haciendo gala de su físico (1,86 de altura) y su fuerte personalidad, Batalla trata de sobrellevar las presiones y las obligaciones de ser el reemplazante del último gran ídolo que dio el arco riverplatense con la mayor soltura posible. Como lo hizo en las divisiones inferiores y en las selecciones juveniles, desde donde despertó el interés del Real Madrid, que intentó seducirlo con 5 millones de euros. 

Su juventud no lo priva de mostrar una actitud valiente ante el desafío. Sin embargo, algunas fallas en los escasos partidos que disputó provocan dudas en los hinchas, quienes todavía observan escépticos la decisión de Gallardo de no suplantar a Barovero con un arquero de trayectoria.

Ese contexto parece ser una amenaza peligrosa para la confianza de Batalla, ya que el puesto en River arrastra antecedentes de haber sido impiadoso con varias promesas de la casa. La amarga nómina se abrió en el Clausura 2003, cuando Franco Costanzo reemplazó a José María Buljubasich por decisión del técnico chileno Manuel Pellegrini. Durante una temporada se convirtió en el titular del equipo, pero algunas lesiones lo llevaron a alternar el puesto con Germán Lux, hasta que finalmente fue vendido a Alavés, de España, en 2005. Cuando todo parecía indicar que Lux iba camino a la consolidación - su buen momento lo llevó a estar en la consideración para ser uno de los tres guardavallas para el mundial de Alemania 2006-, Daniel Pasarella, por entonces DT, tomó la decisión de borrarlo y promover como arquero titular a Juan Pablo Carrizo.

La aparición del juvenil con apellido ilustre en el arco de River despertó muchas expectativas, pero la crueldad con que se pagan los errores en el puesto lo transformaron en un caso atípico: de ser un potencial ídolo por haber logrado el torneo Clausura 2008, título que cortó con la sequía de tres años sin festejos, se convirtió en un villano por ser responsable de resultados que condenaron a River a disputar la Promoción en 2011.

Hubo otros jóvenes que se formaron en el club y no lograron continuidad: Gonzalo Marinelli, Fernando Pellegrino, Gaspar Servio y Leandro Chichizola. Este último fue promovido a primera por Juan José López en el Clausura 2011, después de una lesión de Carrizo: atajó cuatro partidos, pero un grosero error ante Vélez lo condenó a ser suplente. 

Regresó a la titularidad durante el primer tramo de River en la B Nacional, aunque luego Almeyda se inclinó por Daniel Vega. En 2014, después de atajar dos penales claves en el campeonato que obtuvo el equipo que dirigía Ramón Díaz, no renovó contrato y emigró al fútbol italiano.

En el medio de todos esos juveniles, también sobrevuelan otros nombres que pasaron sin gloria por el arco de River durante los últimos años: Alejandro Saccone (fue suplente en la mayor parte de los partidos), Juan Marcelo Ojeda, Juan Carlos Olave, Bernardo Leyenda, Mariano Barbosa, Nicolás Navarro y Daniel Vega. 

Fue una década de un incesante desfile de arqueros. Hasta que llegó Marcelo Barovero, en 2012, y con atajadas determinantes -el penal que le detuvo a Gigliotti en la Copa Sudamericana resultó su consagración-logró entrar en el póquer histórico de los mejores guardavallas del club. 

El mote de salva partidos que se ganó Trapito todavía parece quedarle lejos a las buenas condiciones de Batalla, quien debe seguir madurando si quiere que lo del arco "más grande del mundo" remita solamente a la frase del mítico Amadeo Carrizo

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