La ilusión en suspenso
por Facundo Adamoli para Sólo River
River sigue transitando su sinuoso camino hacia la punta.
Y es que, al igual que en Mendoza, otra vez quiso ganar el partido sólo por tener en el pecho la roja y blanca. Pero esta vez, no alcanzó. Cayendo nuevamente en la irregularidad y regalando puntos importantes de local, River empató 1 a 1 ante Quilmes por la fecha 11 del Torneo Final.
El equipo no arranca cuando se supone que debe arrancar. No puede cuestionarse que los jugadores salieron motivados en los primeros minutos: River encerró a Quilmes a fuerza de innumerables llegadas que fueron diluyéndose por la falta de gol adelante.
Como si fuera un boxeador que quema todas sus energías en los primeros rounds, el equipo de Ramón salió decidido a atacar a un Quilmes que especulaba con alguna contra o algún error de la defensa millonaria.
A River se le acabó la nafta demasiado rápido y sólo fue a través de la pelota parada, recurso que últimamente suple la falta de gol de los delanteros, lo que logró poner el 1 a 0 transitorio.
Con el 1 a 0 River tuvo todo como para cerrar el partido de contra a través de los rapiditos Lanzini, Iturbe y Funes Mori. Sin embargo, la crisis que viven los delanteros de River pesó más que la voluntad de acercarse un poco más a la punta.
Un equipo campeón debe tener en su totalidad el fervor y las ganas de jugadores como Balanta y Vangioni. Pero el hambre de gloria de dos jugadores no es suficiente para arrastrar a los otros nueve.
Ramón miró al banco y se encontró con la apatía de los jugadores que perdieron en la primera vuelta de la Copa Argentina. ¿Se te puede pedir que hagas magia, Pelado? El empate de Quilmes llegó como un golpe de acidez, ese dolor de estómago que te recuerda que es probable que no salgas campeón.
Los delanteros tienen impunidad para errar porque no tienen detrás suplentes que les hagan sombra. No hay competencia. La realidad marca que no tienen incentivos para levantar su nivel ni cuidar el puesto: no hay indiscutidos que los acechen de atrás.
Fuera de la Copa Argentina y con el sueño del campeonato nuevamente en suspenso, el partido ante Boca vuelve a intentar salvar el semestre. Prohibido está confiarse ante el mal momento del club de la Ribera. Aunque Boca ponga la Reserva, los clásicos deben jugarse fuera de todo contexto y sin detenerse en los intérpretes que puedan llegar a formar el equipo titular.
Ramón debe concentrarse en dos cosas claves: resolver la sequía goleadora de los delanteros y encontrar jugadores que puedan contagiarse de la agresividad futbolística de pibes como Balanta y Vangioni. Los clásicos se juegan con el corazón.
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